¡Al rico cadáver, oiga!

Os propongo elaborar entre todos un cadáver exquisito (el de Zombi está volviendo con éxito a la vida). Veamos en qué queda la historia. Si os animáis a continuarla, claro.
Empieza tal que así:
En el café de la esquina dos hombres acodados en la barra observan con gran interés a la pareja que ocupa el sofá rojo del fondo. Junto a ellos, sobre una mesa callada, un bolso abierto que no parece contener nada, una tetera y una taza blancas esperan a alguien...

17 comentarios:

Mecacholo dijo...

Nadie podía imaginar que la tetera escondiera en su interior los 4 dedos meñiques de Alfonso Pecharromán, afamado comentarista deportivo. ¿Acaso se trataba de una venganza?...

ariadna dijo...

Nadie podía imaginar que en el bolso todavía se encontraban, agazapadas y muertas de miedo, las últimas palabras de Alfonso. ¿Lograrían salir algún día de su escondite?, ¿las oiría alguien?, ¿resolverían el misterio de su muerte?...

Connie dijo...

Unos instantes más tarde, cuando la luz de afuera parecía avisar que el día estaba próximo a terminar, entra en el lugar una famélica mujer que se da cuanta que el único lugar disponible es aquel en el que se encuentran sobre la mesa las pertenencias de un desconocido.

Anónimo dijo...

La mujer, con aspecto degradado aunque de ojos soñadores, se sentó agotada en la silla (¡blanca, su color favorito!). La mujer del sofá comenzó a sudar copiosamente (¡lo que faltaba, una intrusa!), al tiempo que uno de los hombres de la barra se acercó y, en voz baja pero terminante, dijo a la mujer:

-Me temo que la silla está ocupada.
-¡Oiga, déjeme en paz, aquí no había nadie! Eso se lo deben haber dejado olvidado. ¿Qué se cree, que voy a robarlo?

zime dijo...

El hombre la miró con una sonrisa sarcástica y desapareció entre las pocas luces que quedaban.
Marlen era una mujer desgarbada, agotada de la vida, perseguida de sus propias desventuras. Solo buscaba un rato que quietud, de calma, de paz interior.
Aún no había descubierto a los habitantes de la mesa cuando...

Anónimo dijo...

Una cabalgata de cientos de personas pasó como una manada de elefantes por delante de la puerta,dejando a su paso silencio y desconcierto en los que habitaban el bar a aquellas horas...y de pronto,como una sombra,se construyó ante el cristal de la puerta una figura humana que miraba al interior.Un nuevo escalofrio recorrio la espalda de los moradores del local.La sombra empujo la puerta para entrar y.....

Mireia.

SaritaSopita dijo...

Al poco tiempo, una señora mayor, de pelo canoso recogido en un moño, muy delgada y elegante, entra en la estancia...solo se oye su bastón y sus tacones..., se dirige hacia la misteriosa mesa, con gesto serio y sosegado, se sienta en la silla blanca, suelta el bastón a un lado de la mesa, mira fijamente a los tortolitos del sofá rojo...introduce despacio su mano en el bolso abierto...y...PATAPAAAAAAFFFFFF PON PON..., se le cae el bastón pegando un bastonazo en el suelo!, el bastón tenía incorporada desde hacía tiempo una pistola en la base para su protección!! (era una señora muy rica!) y al caer de mala manera, se disparó, con tan mala suerte de mal herir a uno de los fisgones de la barra!! Todo el café, tranquilo y silencioso, monta en revuelo...

Anónimo dijo...

que saca a Marlen de su anonadamiento. No ha sido un disparo, sino un corcho de champán. Y el revuelo unos tipos que gritan estentóreamente ¡vivan los novios! Frente a ella, el camarero prosigue con su cara de jabalí argumentando que en seguida regresará la dueña del bolso que se haya en estos precisos momentos contestando una llamada telefónica junto a guardarropía mientras señala con el dedo en una dirección que Marlen sigue con la mirada. Por entre las sombras del vestíbulo, iluminadas por una lámpara sobre una mesita baja, alcanza a divisar unas pantorrillas como la nieve, unos tobillos finísimos que descansan sobre ampulosos tacones rojos de charol. Marlen recuerda que así solía verse ella misma de joven, seductora y misteriosa. El camarero insiste y avanza en dirección a guardarropía señalando a Marlen con el dedo pero sin mirarla ya. Para cuando regresa hacia la mesa la dueña del bolso seguida por el camarero, Marlen...

Anónimo dijo...

...acaba de salir precipitadamente del local (huir, diríase) con un bulto entre las manos. El camarero, que no la ha visto, queda perplejo:

-Le juro, Madame de Tourvel, que aquí había una mujer de muy mal aspecto, sentada en su silla. ¡Pero bueno, señora, qué hace ahí sentada? -dijo el camarero sin salir de su asombro a la afable viejita que disimuladamente había escondido los dedos del bolso en su refajo.
-¿Me pone un anisete, joven?
-Señora, esta silla está reservada: es la silla de don Alfonso Pecharromán.
-¿Qué dice de cormorán, hijo? ¿Me pone un anisete? ¡Ah, y una galleta de esas de mantequilla!
-Pero, ¿dónde está la tetera? -pregunta ansiosa la duquesa.
-¡Yo no he robado nada! -dijo la anciana, que pareció recuperar de pronto la audición.

En ese momento, el joven del sofá se aproximó a la mesa y...

Mecacholo dijo...

... dirigiéndose a la mujer mayor dijo:

- ¡Mamá! ¿Qué haces aquí?

Connie dijo...

La mujer con un nerviosismo notorio se queda sin palabras. Lo que menos imaginaba era encontrar a su hijo menor en ese lugar.

Después de un largo e incomodo silencio le responde...

Mecacholo dijo...

"He venido a recoger el fruto de tu trabajo", dijo, enseñándole brevemente el paquete de papel de periódico ensangrentado que guardaba en su bolso. La falta de elasticidad de su contenido delataba el rigor mortis que afectaba ya a los miembros amputados, hacía ya varias horas...
La mujer del sofá se acercó a saludar:

-"Hola, Sofía"...

Anónimo dijo...

La pareja esperaban en un silencio penoso, al camarero para que les retirara las cosas que no eran de ellos.Mientras los hombres de la barra fantaseaban con que fueran uno de ellos, el afortunado de tener una pareja como ella de bonita,que darian por desaprovechado cada instante que no le desmotrara su amor con arrumacos,caricias y besos, y uno de ellos esclamaba ¡que lastima!.

Bustamante

Anónimo dijo...

El otro, sin embargo, comenzó a maquinar de inmediato alguna manera para acabar siendo el beneficiario de aquel frenesí. En el fondo era fácil. Ya estaba acostumbrado. Todo lo necesario era un conocimiento muy profundo del alma humana, conocimiento que tenía en abundancia pese a que su compañero de barra pensara que en realidad era un hombrecillo gris y sin iniciativa.

bombis y borombis dijo...

El chico, un poco aturdido, cogió a su anciana madre por debajo del brazo, obligándola a cerrar de un golpe el bolso y esconder de nuevo los miembros fríos y amputados. Con una sonrisa delatora se excusó a Mdme. de Tourvel que con ojos de desconcierto miraba a la chica y a los dos tipos de la barra, que recorrían sus piernas de arriba abajo sin disimulo alguno.
- ¡Mamá, no puedes salir de casa a estas horas! ¡Hay demasiado tráfico y podría pasarte cualquier cosa! - Le dijo el chico a la anciana.
En ese instante, la chica lanzó un gritito ahogado al ver...

Anónimo dijo...

como el plato de pisto se caía en el suelo tras ser empujado, sin querer, por la anciana.
Los amorfos decibelios de los gritos que se superponían unos a otros, acababan haciendo ininteligible cualquier atisbo de diálogo. En ese instante, el joven muchacho miró la mancha y su mente se trasladó al momento....

Mecacholo dijo...

...en que, en el colegio, sus compañeros mayores trataban de abir la puerta del servicio cuando él estaba sentado en la taza, para reirse de él en tan deshonrosa actitud. Seguidamente, sus ojos se detuvieron en la taza blanca junto a la tetera...